sábado, 15 de agosto de 2009

Can Santosha empieza su revoco


Despues de unos meses de miedo escénico en los que, pese a conocer la teoría, e incluso la práctica (recibidas en un interesante curso con Tom Rijven en Masfranch), no nos habíamos atrevido a abrir la energía del revoco, una tarde, en que nos visitaron 8 o 9 niños y adolescentes, preparamos unos barreños de barro líquido y empezamos a darle la primera capa a los muros de paja. Fue un revoco de regular calidad, pero muy valioso por el rato de risas, y por las embarradas de cuerpo entero... y sobre todo, porque nos atrevimos a empezar. En los días siguientes aún no habíamos vencido todos los miedos, y el temor a que fuera una tarea interminable imprimía un grado de parálisis. Finalmente, un finde, con la visita de dos amigos, le dimos un fuerte impulso, revocando casi la mitad del exterior de la casa.
¡Oooh! ¡Era posible revocar! Y además, ¡factible ir avanzando!
·
Es el problema de pensar en hacer las cosas: mientras pienso en hacer, no hago, y además... ¡corro el riesgo de que lleguen a parecer imposibles! Así que nos hemos recolocado, hemos vuelto a desenfocarnos del objetivo, nos hemos enfocado en la acción, y ahora estamos dando barro, día sí, día tambien.

¡Es tan fácil, hacer, y tan bonito, y tan gratificante! ¡Adelante, realizadores de este planeta!