No se nos ocurría nada, así que allá se quedaron las dos ruedas paradas, sin rellenar de grava, esperando... varios días. Hasta que "se nos ocurrió" la solución.
Para hacer este bonito agujero hubo que usar una máquina de disco (radial)... y varios discos, porque el neumático, al ser una combinación de goma y alambres, se comía los discos rápidamente.
Hacer este corte ha sido, de momento, la única cosa desagradable de esta obra: el disco, por rozamiento, quemaba el neumático, y se desprendía un humillo bastante desagradable y aparentemente tóxico. No estoy seguro de si repetiría esta solución, y si lo hiciera esperaría a cortar a que hubiera un viento fuerte bien establecido.
Luego cortamos la traviesa del tamaño de los dos neumáticos, le colocamos la varilla, ¡y para adentro!
La verdad es que una vez puesto nos alegramos, porque no sabíamos cómo hacer y el ángel de la guarda nos dió la solución.
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